

¿Cuál es la voluntad de Dios? Hacernos Sus hijos liberándonos del pecado Mateo 3:15 dice, “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.
Entonces le dejó.” Esto fue para cumplir el plan de Dios, que Jesús viniera a este mundo para salvarnos a todos del pecado. La voluntad de Dios fue cumplida cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista.
Él quiso salvarnos y hacernos Sus hijos. Para hacerlo, Su Hijo tenía que llevarse todos nuestros pecados. Fue Su Voluntad hacernos a todas las personas Sus hijos. Así que Él le envió a Su propio Hijo para que se llevara los pecados de todas las personas que habían caído en las trampas de Satanás. Fue Su Voluntad ofrecer la vida de Su propio Hijo unigénito por todas las personas para que pudieran volverse Sus hijos.
Cuando Jesús fue bautizado y murió en la Cruz, la voluntad de Dios fue cumplida. Fue también Su voluntad que creyéramos que todos nuestros pecados se pasaron sobre Jesús cuando Él fue bautizado y que Él tomó el juicio por todas nuestras transgresiones a través de Su muerte en la Cruz.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” (Juan 3:16).
Dios salvó a Su pueblo del pecado. Para hacer eso, la primer cosa que Jesús hizo en Su ministerio público fue ser bautizado por Juan el Bautista. “Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.
Entonces le dejó” (Mateo 3:15). Fue la voluntad de Dios que Jesús viniera a este mundo, se llevara todos los pecados del mundo a través de Su bautismo, morir en la Cruz, y resucitar.
Debemos saber esto claramente. Muchas personas leen Mateo 7:21 y piensan que es Su voluntad para nosotros servir al Señor, incluso hasta el punto de muerte, mediante la ofrenda de todas nuestras posesiones mundanas para construir las iglesias. Amigos cristianos, nosotros los que creemos en Jesús primero debemos conocer la voluntad de Dios y entonces hacerla. Es un error que te
Consagres a la iglesia sin conocer Su voluntad. Las personas se preguntan qué más puede haber excepto el vivir en la fe dentro de sus iglesias ortodoxas (“verdaderas”). Pero yo mismo estudié el Calvinismo en la Iglesia presbiteriana y fui criado por una madre adoptiva que era tan religiosa como cualquier pastor veterano. Yo aprendí en esa iglesia considerada ortodoxa.
El apóstol Pablo dijo que él también pudiera alardear de que él era de la tribu de Benjamín y que estudió la Ley bajo Gamaliel quien era un gran rabino del momento. Antes de que Pablo naciera de nuevo, él estaba de camino para arrestar a todos los que creían en Jesús. Pero él encontró la fe en Jesús en el camino a Damasco y vino a ser justo a través de la bendición de nacer de nuevo del agua y el Espíritu.
TENEMOS QUE CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS ANTES DE QUE PODAMOS CREERLO
¿Qué es necesario antes que creamos en Jesús? Primero tenemos que conocer Su voluntad.
Nuestra santificación es la voluntad de Dios. “Pues la voluntad de Dios es vuestra
Santificación; que os apartéis de fornicación” (1 Tesalonicenses 4:3). Sabemos que es la voluntad de Dios que seamos completamente santificados a través del agua y el Espíritu y vivir dentro de la fe toda nuestra vida. Si hay alguien que cree en Jesús pero que todavía tiene pecado en su corazón, él no está viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios. Seguir Su voluntad requiere que nos santifiquemos a través de la salvación fundamentada en Jesús. Saber esto es hacer la voluntad de Dios. Cuándo te pregunto, “¿todavía tienes el pecado en tu corazón pese a que crees en Jesús?”
Y si tu respuesta es sí, entonces claramente tú todavía no conoces la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios es que debemos ser santificados y ser salvados de todos nuestros pecados a través de la fe en el agua y el Espíritu.
Había una vez un hombre que tenía hijos obedientes. Un día él llamó al mayor, quién también era el más obediente, y le dijo, “Hijo, ve al pueblo por el campo. . .”
Antes de que él terminara de hablar, el hijo le dijo, “Sí, padre” y se fue. Él no esperó a saber que es lo que se suponía que debía de hacer. Él simplemente fue. Su padre después lo llamó, “Hijo, está muy bien y es muy bueno que seas tan obediente pero
Debías saber lo que yo quería que tú hicieras.” Pero el hijo dijo, “Está bien padre. Yo te obedeceré. ¿Quién te puede obedecer mejor que yo?” Pero claro él regresó con las manos vacías. Él no tenía ninguna posibilidad de hacer la voluntad de su padre sin saber lo que su padre quería. Él sólo obedeció ciegamente. Podríamos ser como él si no conocemos a Jesucristo. Muchos se consagran, siguen las doctrinas teológicas, ofrecen el diezmo fielmente, oran toda la noche, ayunan. . . todo sin
saber la voluntad de Dios. Cuando ellos mueren con el pecado en sus
Corazones, son rechazados en las puertas del cielo. Ellos estuvieron tan ansiosos de hacer la voluntad de Dios pero no supieron lo que Dios quería.